14 nov 2011

Termostato


Voy tibia.
Me dicen que me enfríe,
que tengo que querer
no querer más.

Y sí, debería.

PERO
(aunque la verdad, ya cambié)
¿No se supone
que si una quiere
no puede elegir
no querer?

ES DECIR:
El deseo
es causa y efecto.
Al momento en que una quiere
ya no puede,
simplemente,
pasar de sí a no,
DES-SOLAPAR
la tripa
y estar, de repente,
queriendo no querer.

LAMENTO
el panorama;
y entiendo que reclama
el invento de un bastón.
Pero al intento
de bajar
el termostato
me choco un refilón
de la misma realidad
que trataba de apagar.


Así que voy tibia
ESPERANDO
querer no querer más.

13 nov 2011

All together now


one two three four

Javier le pidió a la mamá que invite a su amiguita a tomar la leche a su casa. Su amiga Bárbara. Su amiga rosa. A la salida del colegio le habló a la madre de Bárbara, que quedó encantada. La nena tiene un ojo desviado, miente sobre la muerte de su abuelo, y no lee la hora ni se ata sola los cordones. Tenía una varita muy grande con peluche verde musgo. Olía a ajo. Y le dio lástima. Aunque a la cuadra se quejó de caminar, gimió y dio grititos de supuesto dolor. Pero no se atrevió a quejarse verbalmente. La ignoró. Mientras, Javier comía tutucas y no miraba a nadie.

A B C D

Cuando llegaron a casa los nenes fueron a la pieza de Javier, donde se quedaron callados un rato. Luego de servirles la leche y las galletitas en la cocina, fue a controlarlos. Javier jugaba en su computadora mientras Bárbara apilaba cubos con letras. Escribió "FEO". Javier pateó los cubos y uno le pegó en la frente a la nena. Berreó tanto que la llevó a su casa, con la cara mojada barriendo la mugre de las mejillas; con su varita en una mano y una galletita en la otra.

Cuando volvió de llevar a Bárbara, le gritó demasiado a Javier. Le pegó. Y el ruido que hizo su mano contra su mejilla no fue seco para nada; fue húmedo, blando y negro.

black white green red

8 nov 2011

Piedras


Bichos gigantes no identificados nos revolotean sobre las cabezas. Somos tres, tres cabezas que se ven muy apetitosas o muy cómodas para estos bichos. Una de nosotras está ofendida. Con otra de nosotras. La tercera no da mucha bola. La ofendida apoya los brazos sobre la mesa, la cara sobre los brazos, y mira hacia el costado, evitando mirar a las otras dos de nosotras. Mira a los nenitos jugando en la heladería. Corren alrededor de nosotras como si fueran uno más de esos bichos gigantes. Son varios varones chiquitos, de unos seis años, y dos nenas de un poco más, digamos, diez. Las nenas persiguen a uno en particular, enanito. Lo agarran del brazo y le dicen cosas con los ojos bien abiertos. Ninguna de nosotras lo escucha, pero todas sonreimos despacito, por no demostrar alegría en la situación en la que estamos. Tampoco dejamos de sonreir por completo, para no demostrar que estamos tan dolidas como seguramente estamos. Al menos lo está una de nosotras. No come el helado, que se derrite rápido y se convierte en pileta de mosquitos. Sigue mirando para el costado, le duele el cuello y hace esfuerzos para no llorar de la rabia. Está muy enojada, no está segura de por qué, pero sí de su enojo. Y de su dignidad. Nada de pedir perdón. Nein. Cuando la tercera en discordia de nosotras tres se levanta para ir al baño, la indiferente consulta a la ofendida. ¿Vamos a buscar los bolsos, y a dormir en la terminal? La ofendida responde. Como quieran. Si tienen ganas de salir yo me quedo cuidando los bolsos en la terminal. Al terminar de decir eso, las comisuras de sus labios empiezan a tironearle hacia abajo como si dos anzuelos perdidos se le hubieran enganchado ahí e hicieran fuerza. Es como si su cara se hubiera convertido en un dibujito animado, una caricatura muy básica que, para demostrar tristeza, cambia la dirección para la que apunta la lunita acostada que lleva por boca: de alegre -hacia arriba-, a triste -hacia abajo-. Las lágrimas se le juntan pero se las traga. Le duele la boca en su esfuerzo por no ceder. Los nenes, mientras, corren y patean las piedritas.

4 nov 2011

Hormigas

E
  s
    t
      a
         b
           a
             n
caídas de abajo
enturbiadas en cenizas
gimoteando y rugiendo
con hormigas creciéndoles
por uñas

Les duraban patadas
tajos, rasguños, orgasmos.

Y aún así,
aún así
sin frío sin valijas
se van saliendo
ESCUPIENDO con los ojos
y ¡mierda si les importa!
   ¡mierda si volvieron!
b
y
e
b
y
e
-en fila de hormigas-
b
  y
     e
     b
   y
e

2 nov 2011

Metal

Engarzame antes,
fiel obrero
que de estaño tengo el jabón
quiero hierro
bien caliente
quiero hierro
y no me voy.

Me darán campanas
me darán cometas
y sin dejar las palmas
daré cuerda al latón;
correré con mis chancletas
y me venderé al mejor postor.

Dejá el palo, vida mía
dejalo en el ventilador
que son sucias estas huellas
que me queman sin candor.

El jinete sabe,
pero no afloja:
juega a vino, y por amor;
reniega del comisario, 
que a su hermano le mató.

Y qué le van a dar al tigrecito,
después de cinco feligreses
¡cinco feligreses caídos!
¡al río, como si bombas fuesen!

Crisantelmo enrarecido
y las manos frías del doctor
repiqueteando en la porquería
(...magra vida del labriego,
magra vida del Señor.)

El cobre y la laguna
brillan más fuerte a la lumbre,
la lumbre de mil huestes
que gatean entre ubres
de vacas de mala muerte.

Masticamos vidrio molido,
me emperro y digo entre dientes:
partamos, es momento;
besá el cemento, dejá el hierro,
que sólo marca en caliente.

Prolegómeno

Bien simple, un blog de poesía. Y capaz narrativa, si sale.
El título viene de googlear "bambula" y encontrar a unos romanos (Bambalio y su hija Bambula) a los que les decían así por tartamudos: "balbutio" es "balbucear" en latín. Y de ahí salió el carpe balbam, algo así como "perseguir el balbuceo"1. Que no es una consigna del todo, pero podría ser.

1. En el armado de la frase ayudó un amigo en cuyos conocimientos del latín confío bastante, pero vale aclarar que yo no tengo la más mínima idea en lo que respecta a las lenguas clásicas; así que, si hay errores, sepan disculpar.