8 nov 2011

Piedras


Bichos gigantes no identificados nos revolotean sobre las cabezas. Somos tres, tres cabezas que se ven muy apetitosas o muy cómodas para estos bichos. Una de nosotras está ofendida. Con otra de nosotras. La tercera no da mucha bola. La ofendida apoya los brazos sobre la mesa, la cara sobre los brazos, y mira hacia el costado, evitando mirar a las otras dos de nosotras. Mira a los nenitos jugando en la heladería. Corren alrededor de nosotras como si fueran uno más de esos bichos gigantes. Son varios varones chiquitos, de unos seis años, y dos nenas de un poco más, digamos, diez. Las nenas persiguen a uno en particular, enanito. Lo agarran del brazo y le dicen cosas con los ojos bien abiertos. Ninguna de nosotras lo escucha, pero todas sonreimos despacito, por no demostrar alegría en la situación en la que estamos. Tampoco dejamos de sonreir por completo, para no demostrar que estamos tan dolidas como seguramente estamos. Al menos lo está una de nosotras. No come el helado, que se derrite rápido y se convierte en pileta de mosquitos. Sigue mirando para el costado, le duele el cuello y hace esfuerzos para no llorar de la rabia. Está muy enojada, no está segura de por qué, pero sí de su enojo. Y de su dignidad. Nada de pedir perdón. Nein. Cuando la tercera en discordia de nosotras tres se levanta para ir al baño, la indiferente consulta a la ofendida. ¿Vamos a buscar los bolsos, y a dormir en la terminal? La ofendida responde. Como quieran. Si tienen ganas de salir yo me quedo cuidando los bolsos en la terminal. Al terminar de decir eso, las comisuras de sus labios empiezan a tironearle hacia abajo como si dos anzuelos perdidos se le hubieran enganchado ahí e hicieran fuerza. Es como si su cara se hubiera convertido en un dibujito animado, una caricatura muy básica que, para demostrar tristeza, cambia la dirección para la que apunta la lunita acostada que lleva por boca: de alegre -hacia arriba-, a triste -hacia abajo-. Las lágrimas se le juntan pero se las traga. Le duele la boca en su esfuerzo por no ceder. Los nenes, mientras, corren y patean las piedritas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario